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Polémica

La prensa anarquista bajo el franquismo

La prensa anarquista bajo el franquismo

Paco MADRID

A lo largo de la historia, una de las características del poder y del Estado es el control de la información independientemente del régimen político existente. Las consecuencias de esta coerción varían en función del sistema político, pero el objetivo final es el mismo, eliminar toda crítica al poder. 

En la historia de la prensa clandestina podemos, en principio, establecer un corte cronológico que nos posibilite el encuadramiento de la prensa en la lucha antifranquista. Hasta mediados de los años cincuenta, la prensa clandestina se confeccionaba e imprimía en su casi totalidad en el interior de nuestro país. Parte de ella incluso se confeccionaba en las cárceles de forma manuscrita. Desde esas fechas, sin que podamos precisar en qué momento, la prensa comienza a ser elaborada en el exterior (Francia) y se introduce en España a través de los pasos fronterizos. Antonio Téllez, en su libro sobre Facerías, afirma que cuando se escriba la historia del Movimiento Libertario en España bajo el franquismo, se comprobará que es a partir de la caída del Comité Nacional de la CNT, cuyo secretario general era Cipriano Damiano y que tuvo lugar en el mes de junio de 1953, cuando se inicia la decadencia de la CNT en España, para un largo período...

Será difícil, creo, establecer con precisión el corte entre la prensa editada en el interior y la que se imprimía en el exilio y se introducía en España. De todos modos se pueden fijar aproximaciones por varios métodos. Por ejemplo, Solidaridad Obrera de octubre 1958 tiene un formato distinto de las anteriores, casi DIN-A-3, mientras sus antecesoras se editaban en tamaño cuartilla, lo que hace poco probable que en España se pudiera encontrar una imprenta que editara este ejemplar, además está mucho mejor impreso e incluye en su primera página un facsímil de la primera página de Solidaridad Obrera del 4 de noviembre de 1910 en la cual se hace referencia al congreso obrero nacional del cual surgió la CNT y era bastante improbable que este ejemplar pudiera encontrarse en el interior, etc. Nosotros vamos a ceñirnos a esta primera época clandestina, aunque la relación estará basada necesariamente en las sucesivas caídas de imprentas, con la consiguiente desaparición del correspondiente órgano u órganos que en ella se imprimían.

La propaganda anarquista clandestina comenzó casi inmediatamente después del triunfo fascista. En un principio mediante octavillas, manifiestos u hojas volantes. Ya a finales de 1939 o principios de 1940, el 2° comité nacional publicó un boletín de propaganda y de información que circuló bastante, sobre todo por las barriadas y las prisiones, llevando la fe y la esperanza a una militancia perseguida y martirizada, según palabras de Juanel.

Las primeras «imprenticas» –como diría Felipe Alaiz–, que comenzaron a funcionar después de terminada la guerra en abril de 1939, no fueron otra cosa que simples máquinas de escribir, copiando una y mil veces los textos cuya distribución implicaba, en algunos casos, comparecer ante un piquete de ejecución y siempre largos años de condena. Los pioneros fueron el resto de jóvenes libertarios de la generación de 1936 que lograron esquivar la cárcel en la primera oleada represiva. En la ciudad de Valencia fundaron alrededor del primer Comité Nacional de la CNT, en la clandestinidad, el aparato de propaganda que lo fue a la vez de falsificación de documentos oficiales con los que se salvaba a los individuos en peligro. La lista de los salvados en esas condiciones sería larga, pero no podemos silenciar el nombre de Esteban Pallarols Xirgu (José Riera), primer Secretario General de la CNT en la clandestinidad, detenido a finales de 1939 y fusilado en Barcelona el 8 de julio de 1943.

De la máquina de escribir se pasó, ya en septiembre de 1939, a la imprenta de verdad, gracias a la colaboración de impresores artesanos que pusieron sus «minervas» a disposición del movimiento clandestino libertario. Algunos de aquellos impresores pagaron su abnegación con condenas de cárcel de 30 años, como fue el caso del que colaboró con el grupo de la CNT que animó Salvador Gómez Talón desde mayo a septiembre de 1939.

Sin embargo, no hay que creer que todo eso era fácil y que bastaba sólo con comprar los materiales necesarios para la edición. El papel, la tinta, los tipos y todo cuanto estaba relacionado con la rama de imprimir estaba intervenido y su adquisición no era posible nada más que comprándolo en el «mercado negro», cosa tampoco fácil. Los caminos, aunque más expuestos, eran el pasar clandestinamente de Francia esos materiales o robarlos en las imprentas. Los viejos militantes del Sindicato de Artes Gráficas de la CNT de aquella época, podrían, cada uno de ellos, contar su aventura personal...

Para concluir, analizaré dos periódicos representativos de aquella difícil época.

Solidaridad Obrera

En 1942, según tenemos referencias –pero que desgraciadamente no hemos podido verificar ofreciendo la prueba material– se publicó ya Solidaridad Obrera en Barcelona a multicopista. Y en el mismo año, durante el ejercicio en el Comité Nacional de la CNT, de Manuel Amil, se publicó, también en multicopista, CNT, en Madrid.

Pero la época de oro de la prensa clandestina fue entre los años 1944 a 1946, fecha que coincidía con el fin de la guerra mundial, y por ello la contaminación del miedo en las esferas gubernativas y el entusiasmo en las filas clandestinas: «Sólo la CNT –escribe Juan García Durán en su libro Por la Libertad– sacaba de manera regular un semanario en Madrid, CNT y Juventud Libre; Barcelona, Solidaridad Obrera; Valencia, Fragua Social. Y de manera irregular en Canarias, Asturias, Extremadura, Andalucía, Aragón y una sola vez en Galicia».

En 1946 vinieron a agregarse a los paladines existentes, Ruta, órgano de las Juventudes Libertarias de Cataluña y Tierra y Libertad, órgano peninsular de la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

El 9 de mayo de 1955 se produce la caída de la imprenta clandestina de Solidaridad Obrera cuando se divulgaba el número 39 (segunda quincena de abril de 1955). Volvió a aparecer tres meses después. El número 40 lleva la fecha 1 a quincena de agosto.

Ruta

En noviembre de 1945 se creó un nuevo comité regional juvenil de Cataluña, el cual decidió enviar a Francia a su secretario Manuel Fernández Rodríguez, aprovechando la celebración del 11 congreso de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL) que se iba a inaugurar el 8 de marzo de 1946, en Toulouse. Mientras, en Barcelona, los otros miembros del Comité Regional (CR) trabajaban por conseguir imprenta. Después de diversas gestiones tuvieron que abandonar la pretensión de encontrar imprenta simpatizante o compañero que estuviera dispuesto a imprimir la propaganda clandestina.

A través de uno de los miembros del CR (Miguel), que adelantó 6.500 pesetas, se adquirieron prensa, tipos de imprenta, papel y algunos accesorios indispensables. Lo instaló en su propio domicilio. Así se inició Ruta en esta nueva etapa.

Raúl Carballeira y Amador Franco, que a la sazón se encontraban en Barcelona, contribuyeron a la confección del primer número que fue editado en muy deficientes condiciones y que llevaba el número 9 y la fecha 15 junio 1946 para dar tiempo a preparar los números siguientes, luego semanales.

Para evitar sorpresas se desligó la publicación Ruta de las demás labores del CR. Al efecto se alquiló un modesto local en la calle Fuente del Remedio, en el barrio del Carmelo.

Una vez instalado el material tipográfico, papel, etc., lo indispensable era garantizar la salida normal del periódico, o sea todos los jueves. Se procuró la colaboración fija de un cajista y de un matrimonio simpatizante, pero que no mantenía ningún contacto con el resto de la organización clandestina.

La difusión de Ruta consiguió adquirir cierta importancia: sin contar Cataluña tenía corresponsales en Zaragoza, Valencia, Madrid, Sevilla y Granada. Se enviaban además al gobierno civil, gobierno militar, redacciones de periódicos y también a personas diversas, sin olvidar, por supuesto, el jefe de la Brigada político social, Eduardo Quintela Bóveda.

En la caída general de mediados de agosto de 1946, fue incautada la imprenta donde se tiraba Tierra y Libertad, pero las precauciones que se tomaron con la que imprimía Ruta (se dejó de imprimir cautelarmente a raíz de esta represión), hizo que esta no cayera en esos momentos.

Después de que un comité juvenil escisionista imprimiera los números 18 y 19 de Ruta, de nuevo es retomada por el comité de las juventudes de Cataluña y en octubre se imprimía el número 20. Por un cúmulo de circunstancias fortuitas que sería prolijo relatar, las precauciones tomadas no sirvieron a la postre para nada y en los primeros días de diciembre era descubierta la imprenta y clausurada junto con la detención de numerosos compañeros.

Nota:

Este trabajo es una versión sintetizada de un estudio que presentó el autor a unas jornadas y que fue publicado en el libro colectivo La oposición libertaria al régimen de Franco, 1936-1975, Fundación Salvador Seguí, Madrid, 1993, 918 páginas. Los interesados encontrarán allí una relación bastante amplia de las publicaciones clandestinas.

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